Dos años de reinvención

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martes, 20 de noviembre de 2012

¿Cómo están ustedes?

¿Cómo están ustedes? Toda España se lo pregunta, sin obtener respuesta alguna. En las gradas ya no hay niños respondiendo eufóricos a dicha cuestión. Esos jóvenes crecieron y fueron remplazando su asiento delante del televisor por inanimados ordenadores y monótonas rutinas.

Tras una dictadura franquista caracterizada por la represión, un conjunto de actores que mundialmente fueron conocidos como Gaby, Fofó y Miliki aportarían una sonrisa a una España empañada de tristeza y tortura.

Fofó fue el primero en abandonar a una juventud entusiasta que había cantado junto a él alegres melodías acompañadas de peculiares letras. "Hola, don Pepito" y "Susanita tiene un ratón" compuso la banda sonora de toda una infancia. Seguramente que la partida temprana y repentina de Fofó al cielo de los payasos no será nunca olvidada por los ya no tan niños.

Años después, Gaby consideró la posibilidad de unirse a su querido fallecido payaso, y dijo adiós al público, apagó los focos y las cámaras. Tan divertido trío había sido corrompido por los caprichos del destino, al igual que una niñez que se despedía del Gran Circo.

Pasó el tiempo y, los adolescentes y adultos que habían disfrutado con el espectáculo que aportó luz a sus vidas, olvidaron el mundo de los payasos. Todos lo hicimos, como si ya no necesitáramos risas para subsistir. Las nuevas generaciones ni siquiera conocieron a tales hitos. Los payasos, el circo y las estrofas pegadizas fueron sustituidos por la tecnología punta, un absurdo "Bob Esponja" y canciones arrítmicas.

Olvidamos nuestro pasado al igual que otros muchos que disfrutaron con Gaby, Fofó y Miliki. Hasta ahora. Miliki, vencido ante un mundo donde la crisis nos domina y, que a pesar de ello, no hagamos payasadas para ignorarlo; nos deja como ya hicieron en su día sus compañeros. Así se cierra un círculo, un legado y una generación ya perdida. Es ahora, con la muerte del último de los payasos cuando nos planteamos nuestra madurez. Es ahora cuando caemos en la cuenta de que somos realmente adultos que lloran por esta gran pérdida. Miliki, finalmente, te llevaste nuestra niñez.

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